Llegados a este punto y como cada uno de los cursos que año tras año he ido dejando atrás, toca colgar el cartel de “cerrado”; aunque, curiosamente en esta ocasión, lo hago de forma prematura y ni mucho menos “por vacaciones”.
Atrás quedaron ya los madrugones, las carreras, el caos y el desconcierto de los primeros días. Con el infernal horario aprendido y aprehendido, con los cambios de aula dominados y los medios casi a mi favor, acabo lo que he dado en denominar un semestre atroz.
Malo fue el comienzo. Demasiados créditos concentrados, nuevos retos, distintos cursos y poco espacio temporal para planificar sorpresas como es debido. Malo fue acostumbrarse a no desayunar los lunes, casi no comer a medio día, y llegar a casa tan tarde y cansada, que no quedaban ganas de cenar. Malo fue empezar el curso afónica, y a duras penas y con sobredosis de medicamentos, sacar lo justo de la voz para superar más con energía que con volumen, cada fatídico lunes.
Fines de semana enteros de correcciones, comentarios en los Blogs y tutorías on-line. Fines de semana enteros de adaptación de las materias a necesidades e inquietudes de unos grupos caracterizados por su insaciable curiosidad.
Pero lo realmente desconcertante, ha sido llegar a necesitar un par de minutos por clase, para mirar las caras del alumnado y saber en qué asignatura estaba; si era teoría o tocaba práctica, primero de didáctica o segundo de intervención.
Y una vez más, desde la distancia de un semestre ya cerrado, la docencia es lo que da sentido a todo lo que hacemos. Una vez más vuestras caras de sorpresa y confusión, se tornaron conocidas e incluso cómplices del proceso de enseñanza-aprendizaje. Una vez más construimos todos juntos, nuevas formas de saber, saber hacer, saber ser y transferir. Nuevas formas de aprender.
Repasamos grandes teorías, lejanos modelos que escapan a veces a vuestro práctico e impulsivo parecer. Debatimos sobre lo que hubo, en lo que andamos y lo que se estima que vendrá. Reflexionamos sobre nuevas formas de trabajar la educación, de romper moldes y paradigmas. Tratamos de conocer para estar seguros de lo que no queremos. También hablamos de valores, de formas de ver y entender el mundo que nos rodea. De ser personas y grandes profesionales.
Por vuestra parte las muchas ganas de flaquear a mitad del semestre, la acumulación de tareas y trabajos, la falta de planificación, pero también la generosidad de no mostraros implacables ante mis muchos errores. El interés por explorar y perfilar un futuro que la mayoría de las veces se os presenta incierto y hostil.
Por mi parte el cansancio, el caos y el exceso de libertad que tan mal lleváis, paliado con el entusiasmo de compartir espacios sociales y educativos. El afán por enseñaros a “manipular con criterio”. El gusto y la satisfacción por lo que hago.
Me llevo cargada la mochila de infinitas ganas de innovar. De mejorar aquello en lo que hemos errado, de perfeccionar todo en lo que hemos acertado. Para una nueva etapa que empieza y que forma parte de mi lucha personal por dedicar más y más tiempo a lo que realmente quiero, me llevo cargada la mochila…
…al fin y al cabo.
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