Son ya demasiadas
las ocasiones en las que aquellos que en su momento obtuvieron por nuestra
voluntad el lugar que hoy ocupan, se olvidaron de la realidad misma y faltaron
al más básico de sus quehaceres.
Resaulta increíble
que a los que nos corresponden los servicios de la clase política, asistamos
cada viernes, o cada miércoles -ya da igual-, impasibles y atónitos a un sinfín
de despropósitos que nada tienen que ver con la voluntad de aquellos a los que
deben su labor.
Me parece
oportuno, llegados a este punto, recordar a la ciudadanía algunos conceptos
básicos que sustentan el sistema que hoy dicen gobierna España, para que
empecemos a llamar a las cosas por su nombre y seamos responsables con lo que
queremos y podemos o no queremos y no podemos tolerar.
Empecemos por la
base, DEMOCRACIA VS FEUDALISMO.
Dice la RAE que
democracia es la “Doctrina
política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno”. Y continúa “Predominio del
pueblo en el gobierno político de un Estado”.
Feudalismo
es sin embargo “Sistema feudal de
gobierno y de organización de la propiedad”. Feudo: “Contrato por el cual
los soberanos y los grandes señores concedían en la Edad Media tierras o rentas
en usufructo, obligándose quien las recibía a guardar fidelidad de vasallo al
donante (…)”.
El
caso es que hace ya tiempo, no solo los españoles, absurda cola de ratón, sino
aquel gran monstruo europeo, que se erigía en cabeza de animalote gigantesco, entendimos
superadas formas de gobierno propias de países en vías de desarrollo. Hemos
observado escandalizados, llevándonos las limpias, blancas y unidas manos
europeas a cabezas inteligentes, capaces y cualificadas, como otros países de
nuestro entorno no velaban por principios a los que hoy damos la espalda.
¿Cuántas veces hemos tratado de progreso? ¿Cuánto se ha debatido sobre
igualdad, cooperación o desarrollo? ¿Cuántas veces, víctima de la embriaguez
del recién inventado sueño europeo, nos hemos sentido poderosos al ver el mal
de aquellos que con la era tecnológica ya no teníamos tan lejos?
Hoy
somos nosotros, señores, los que nos llevamos nuestras ahora asustadas,
inseguras e incapaces manos a cabezas aletargadas, cada vez menos soñadoras y
por supuesto nada pensantes, cuando asistimos abrumados a la destrucción más
absoluta de lo que creímos seguro y protegido.
No
entiendo nada de nada.
¿Cuándo
hemos dejado de saber que el poder lo otorga el pueblo? ¿Cuándo nos han
convencido de que podemos o debemos aguantar, ya no políticas devastadoras que
se alejan de la voluntad de la gente, sino faltas de respeto objetivas, clara
incapacidad para representar a la colectividad y mal ejercicio de una profesión
que se debe como cualquier otra a lo que en términos generales se denomina
destinatarios, en lenguaje empresarial cliente, en expresión política pueblo o
ciudadanía y lo que es más importante en clave de derechos humanos, PERSONAS?
España
tiene todo lo que necesita para decir lo que piensa. Dejémonos de colores que
hoy no sirven ni tienen credibilidad, dejemos de dar codazos al funcionario, el
obrero, el mayor, el joven o el parado, que para eso ya tenemos una plana bien
constituida que en los últimos 20 años nos ha mostrado lo peor de cada caso.
Miremos
ahora juntos por vez primera en mucho tiempo. Reflexionemos sobre aquello que
nos parece que puede ser una u otra solución y atendamos firme, legal y
limpiamente a las vías que una democracia, por muy disfrazada que nos la hayan
vendido, pone a nuestra disposición para expresar la voluntad de todos.
Tenemos
economistas, tenemos abogados, sociólogos y antropólogos, tenemos educadores,
analistas, investigadores. Tenemos gente con historia y experiencia. Tenemos
ganas de salir de esta y sobre todo tenemos claro lo que no queremos y lo que
sobra.
Organicémonos
y atendamos a aquellos que conocen el sistema sociopolítico, hagamos reflexión
crítica y objetiva sin ombligos y perdamos el miedo a que nos quiten lo que
hace tiempo que no tenemos. Si somos capaces de empoderarnos quizás dentro de
un tiempo podamos estar hablando de esto desde el lugar en el que hemos nacido,
del que hemos aprendido y en el que hemos trabajado y queremos seguir
trabajando, y no desde la huida en masa de unos pocos con suerte y la más
absoluta desolación de los que por no poder, se quedan a aguantar el tipo.
Desempolvemos
a Freire y su pedagogía del oprimido, con la pena de ser conscientes de que lo
que creímos más que superado, se posiciona hoy contra nosotros y es nuestra
responsabilidad volver a enseñarlo.
Por más que prediquen los nuevos avances... seguimos retrocediendo.
ResponderEliminarY aún teniendo herramientas que podríamos emplear en prosperar, seguiremos siendo ovejas inconscientes que no fijan más objetivos que el que todos sabemos..
Me alegra leerte de nuevo